Prólogo con doble clic
Si algún día, o alguna noche veraniega,
se te antoja un amante
porque también a ti te enoje el pago
de las deudas al tiempo,
házmelo saber pronto,
que tras algún lustro entrenando fuerte
tal vez haga el partido de mi vida
sin importarme la derrota más
allá de la necesidad voltaria
de seguir entrenando sin tu cuerpo
cuando recuerde esa victoria breve
sobre lo previsible.
1
Alba
Cartografiada al vuelo
en la previa penumbra, la aliviada silueta
retorna impúdica a las sábanas,
donde calladamente destituye
la lindante inocencia del albor.
Cuando apura la noche
sus biseles, se escinden
indagadoras dudas
sobre el cuerpo tumbado,
ya intermitente orilla derramada
de vibratorios anticipos hábiles
para anegar gravámenes
del día en vacaciones,
tramados por autómatas apremios,
eventual fama desde la memoria
reciente amurallada
en torpor de remedos diferidos,
cualesquiera vestigios de vigilia
pospuestos en su entrega
después de la impostura ya a capítulo:
el esplendor confín
de temblores en busca de otros filos
de temblores en busca de otros filos
inminentes de luz.
Vamos a desnudarnos a la playa
Las olas encallando
los vuelos de tu falda cual medusa
sin redención, la arena con recuerdo
reciente de la sombra de tus muslos
los vuelos de tu falda cual medusa
sin redención, la arena con recuerdo
reciente de la sombra de tus muslos
y el esmeril de tu iris
sobre un guijarro, anuncian
que no te perderás el inmediato
que no te perderás el inmediato
festín del firmamento enardeciendo
miríadas fugaces
rieladas bajo un sol totalitario,
hoy desnuda sin otro hierofante
que la estupefaciente libertad
de no augurar al margen del destello
3
Mediodía: punto en éxtasis
Hasta la cueva de Eva, original orilla,
entre tus curvas aletean
mis visiones de peces peregrinos
bajo constelaciones
que asoman a la móvil instantánea
en croquis holográfico del goce.
Orienta los atisbos el sol a áreas
ya aéreas, en vuelo alas que veo
cual pulsátiles llaves que reabren
puertas de un paraíso postergado,
aves sobrevolando tus enclaves
puertas de un paraíso postergado,
aves sobrevolando tus enclaves
más velados desde este azar galáctico
que te piensa, se duerme, te desea,
te muere, se despierta, te remueve
y te vuelve tu vulva bajo el cielo
nuevo planeta azul, en plan divino
que movedizos médanos modela
tus tetas roces de peces a voces
leves, dedos alados sobre el cuerpo
donde el goce renace a flor de mar.
Y ojos especulados dentro de ojos
mientras tu remanso ante los embates
se ondula, con tus párpados hendiendo
se ondula, con tus párpados hendiendo
breves motas de polvo desnudadas
por el fulgor inundando la orilla,
todo uno a la distancia más lejana,
un punto azul pálido, nuevo instante
más en un universo de olvidados
instantes braceando en el vacío.
4
Zoom
Gama de las arenas
con que el levante azota los pudores
de esta tarde en onírico conjuro
sobre tu lienzo huyendo de las olas,
primeras pinceladas al vaivén
de tus pechos brincando por la orilla
sin lugar para vagas lontananzas,
mientras sigue aumentando la viñeta
hasta la bruna rasgadura que abre
de nuevo el túnel de lo incierto, atajo
momentáneo en fuga
de predecibles voces tras cautelas del orden
que orientan posteriores
variaciones insomnes de la escena.
con que el levante azota los pudores
de esta tarde en onírico conjuro
sobre tu lienzo huyendo de las olas,
primeras pinceladas al vaivén
de tus pechos brincando por la orilla
sin lugar para vagas lontananzas,
mientras sigue aumentando la viñeta
hasta la bruna rasgadura que abre
de nuevo el túnel de lo incierto, atajo
momentáneo en fuga
de predecibles voces tras cautelas del orden
que orientan posteriores
variaciones insomnes de la escena.
5
Verano ubérrimo
Nórdicas gran eslalon, tetas shalom,
gelatinas de arena, esmeriladas
dunas, dos parpadeos,
pezones tiesos, en tormenta faros,
llovedizas techumbres europeas
miradas desde nubes,
destapadas eslavas con estepas
culminantes con nieve
derritiéndose, negras primigenias
retumbando la tierra,
vibratorio a su vez un desierto espejado
donde nunca anochece, clandestinas mañanas
entre herméticos jades orientales,
peninsulares e inmediatas bajo
la camiseta, pronto procurrentes
con accidental roce,
crispadas tras primer pie sobre orilla,
acurrucadas mecidas en justas
hamacas, temerosas
como ardillas huidizas
o ávidas de maniobras precursoras,
indomeñables como las de Helena
con rumbo a Troya, acuosamente ardientes,
arrimadas, marmóreas, recíprocas,
mayúsculas, minúsculas, ridículas,
soberbias, desafiantes, alobadas,
prófugas, suspicaces, encogidas,
solitarias, nerviosas, animales,
nutritivas, pletóricas, sedientas
de adjetivos de un próximo deseo.
6
Masaje nocturno y con alevosía: chinos ciegos
Primero es la mirada la que rinde,
tras terapéutica dispensa, el denso
muro de verecundia
prescrita que aguijar suele el amor:
aparecen desiertos
venteados en dunas
por cadencioso hálito
a barlovento litoral de tu hombro.
Deciden el avance al trote entonces
sobre tectónicas asimetrías
romboidales, las yemas indagando
subterráneas sendas anteriores
al galope. Tu espalda
con instantaneidad digna del Génesis
como tierra se expande
a la par que contrae la conciencia.
Si adivinas no sé
que te estoy requiriendo que no vires
tu torso aún, con mis manos
en derrame de erectos ojos erráticos,
en derrame de erectos ojos erráticos,
el corredizo eclipse de los tuyos
con melaninas en desate en pos
del rumbo sobre un pecho
cuyas olas no alcanzan a cubrir
previsibles bajíos, en breve escapulados
por la lujuria a corso cuando alcanza
a entender que te cuelgan como péndulos
de táctiles instantes
que anuncian una entrega exacta y mutua.
Tal vez sí y por tal sigas
dilatada e inmóvil,
ya sin la contractura. No por mucho,
ni tampoco por nada,
dicen que en China para los masajes
querían a invidentes.
A cambio,
gratitud de quien se lleva
otro fugaz alijo de destellos
para guardar en la agujereada
bolsa de los transcursos.
7
Doble tristeza en progresión geométrica mientras ella duerme
Triste la certidumbre: el atractivo
del ser amado, ante el rigor ingrato
de los transcursos disminuye, en trato
con la cordura de que es relativo
el juicio que en preámbulo lascivo
nace. No obstante, más triste el sensato
recelo de que sea otro retrato
de la realidad de un evasivo
deseo de negar la muerte amar
a otro, al acometer un subalterno
efecto de constancia impar y externo,
transitoria narcosis que afirmar
avale la ficción de nada eterno,
solo más sexo, antiguo y tan moderno.
solo más sexo, antiguo y tan moderno.
8
Coda sin doble clic
Como te acabas de ir,
en cualquier momento puedo
en cualquier momento puedo
volver a casa, teclearte
sin que acuses recibo,
que persisten las ganas
con que te he abarcado
en tan escaso tiempo. No otra cosa
es eso que llaman amor a instancias
de la ausencia: un coloquio entre imágenes
clandestinas que escrutan más palabras
donde negarse entre ecos
inacabables, en fuga tras
quien finge no escucharlos.
sin que acuses recibo,
que persisten las ganas
con que te he abarcado
en tan escaso tiempo. No otra cosa
es eso que llaman amor a instancias
de la ausencia: un coloquio entre imágenes
clandestinas que escrutan más palabras
donde negarse entre ecos
inacabables, en fuga tras
quien finge no escucharlos.